martes, 17 de febrero de 2009

El ocaso de otro día

El ocaso de otro día llega, recordándome que no fue suficiente el día para acabar de resolver mis problemas.

Me invade la impaciencia, trato de resolver mis problemas y estos se hacen más grandes o empiezan otros nuevos.

Siento que camino en medio de la niebla, ya que no encuentro nada más que tropiezos, pero cuando más solo me siento, cuándo grito y escucho solo el eco de mi voz, ahí está, esa mano desconocida que siempre toca mi hombro, enjuga las lágrimas de mi rostro y me ayuda a levantarme.

Pero no puedo ver su rostro en medio de la espesa niebla, no se quien es, pero siempre hace lo mismo cada vez que caigo y siento que jamás volveré a levantarme.

Mis pensamientos se revuelven creando un caos en mi cabeza. El pasado llega pero no me atormenta, me da una pequeña luz que me ayuda a pasar algunos obstáculos del camino, pero no me ayuda cuando los obstáculos son nuevos para mí.

He tenido que aprender rápidamente a pasarlos antes de que el día termine, pero otras veces son tan grandes, que veo pasar varios ocasos y no puedo superarlos.

Pareciera que la vida se ha empeñado en darme sus mejores golpes, pero me ha enseñado a evadir varios y acertar algunos en contra de ella, pero por cada golpe que logro regresarle me da diez más.

Me siento cansado, pero mi instinto de supervivencia me obliga a seguir en pie hasta que el encuentro termine, sin importar si salgo victorioso o no. Lo único que quiero es poder sentarme y tomar un respiro, pero la vida es rápida y no me da tiempo de nada.

El ocaso de otro día llega, y me doy cuenta que el encuentro terminó es hora de descansar para iniciar otro encuentro más, pero mis pensamientos no me dejan, ahora tengo que enfrentarlos hasta el amanecer de un nuevo día.

Reflexiones de por ahí ...

Por la paz del mundo

Es mucho lo que nos queda por hacer, "Si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo." Mahatma Gandhi

Es más bello morir por una bella causa que matar por ella, es más constructivo trabajar por un día de guerra para la paz, que 365 días de paz para la guerra, es bueno llegar a una meta, pero es mejor ayudar a otros para que lleguen con nosotros.

Es hermoso compartir el pan con el hambriento, el techo con el peregrino, la amistad con el solitario, la alegría con el triste, las lágrimas con el que llora, la angustia del que sufre, la fe con el no creyente… Todos aborrecemos la guerra y somos partidarios de la paz.

Queremos la paz en el mundo, pero será imposible implementarla si primero no reina la paz en nuestra patria, y esta se fundamenta en la paz en los hogares, pero no se puede pretender la paz en la familia si cada uno de nosotros no goza de paz interior. Solamente el que se pacificó consigo mismo, será pacífico con los demás.

Trabajar por la paz es establecer aquellas condiciones de vida que hagan a cada hombre feliz, seguro de sí mismo y de su porvenir, trabajar por la paz es suavizar relaciones humanas, solucionar problemas, hacerse entender por todos y con todos, crear a nuestro alrededor un clima de comprensión, dar a cada uno lo suyo, respetando el derecho de todos.

Los que trabajan por la paz entre los hombres serán llamados hijos de Dios, porque Dios es el Dios de la paz y no el dios de la guerra, el Dios del Amor y no el dios del odio. Siempre es mejor construir que destruir. Y sembrar es construir para el mañana, para recoger mas adelante.

Siembra sonrisa a tu alrededor, siembra dulzura, amistad, sacrificios, siembra paz toda tu vida, y recuerda que el que siembra luz de esperanza, recogerá calor y amor. Al mundo no lo cambian los que lo critican, sino los que obran en él su generosidad, su entusiasmo, su entrega y su sacrificio.

Hoy debemos ser las manos que alivian, los ojos que orientan, los brazos que ayudan, las mentes que crean soluciones. Sumergirse en el mundo, para cambiar sus estructuras injustas, creando nuevos ambientes que posibiliten y faciliten la vida del mutuo amor.

Muéstrate agradable cuando te sientas inclinado a estar de mal humor, escucha con alegría a los que te hablan de sus problemas, aun cuando tú tengas mayores que ellos, hazte cargo de las tareas que los demás rehúsan y tratan de evadir, aun cuando para ello debas postergar tus gustos, habla siempre bien de todos…

Pero en particular de aquella persona que en tu presencia es criticada, mira siempre el lado bueno de las cosas y sobre todo de las personas, y trata de hacer resaltar el lado bueno de todo, laméntate menos y actúa más, el éxito y el triunfo no es de los que hablan, sino de los que hacen.

A los que más sé hecha de menos al morir son aquellos que trataron sinceramente de hacer mejor al mundo durante su estancia en él, más bien de aquellos que han tomado mucho de la vida y han dado poco. Aquellos que han tratado de enriquecer al mundo en servicio de los demás, y no tanto de los que se enriquecieron a sí mismos aun con desmedro de la misma comunidad.

Las personas desaparecen, pero su recuerdo perdura por mucho tiempo. ¿Te has fijado como se consume la vela?, da luz, disipa tinieblas, pero a costa de su propia existencia, se va consumiendo, deshaciendo, desapareciendo… Y cuando ya no puede ser útil deja de existir. Así tenemos que ser nosotros, debemos dar luz a costa de nuestra vida.

Nuestro programa de vida debe ser dar felicidad a los demás. Debe ser hermoso llegar al final de nuestra vida teniendo conciencia de que nos hemos consumido por el bien de los demás. Dios nos da a todo un corazón noble y generoso, grande como el horizonte, para que colaboremos en la construcción de un mundo mejor.