domingo, 1 de mayo de 2011

Íncubos y Súcubos, Los Demonios Seductores





Desde tiempos antiguos, la sexualidad ha representado un tema escabroso y tabú entre las personas de occidente. De ahí que, en varias religiones occidentales, el acto sexual o simplemente el deseo sexual es considerado pecaminoso e incuso un acto de Satanás para apoderarse de las almas de los seres humanos.




Una de las creencias ligadas a la sexualidad es aquella que habla de los demonios seductores: íncubos y súcubos; demonios que toman forma de hombre o mujer respectivamente para seducir a sus víctimas, tener relaciones sexuales con ellas y de esta forma obtener su energía vital.

Enviados del Diablo

Estos seres son enviados por el Diablo para inducir el pecado en la mente de los hombres y mujeres del mundo. Así pues, los íncubos son demonios masculinos que buscan poseer sexualmente a las mujeres; mientras que, los súcubos son demonios femeninos cuya misión es copular con los hombres. Estos últimos son identificados con las prostitutas.

Se cree que los demonios seductores se alimentan de la energía sexual, sin la cual mueren irremediablemente. De ahí que algunas leyendas advierten que cuando un íncubo/súcubo elige a su víctima, éste la visita todas las noches para alimentarse de su energía.




De acuerdo a los tratados de demonología, cuando alguien es acosado por uno de estos demonios, el acosado presenta un agotamiento físico; el cual, después de un tiempo puede llevarlo a la muerte.

Por otro lado, algunos piensan que los íncubos y súcubos son el mismo demonio. Primero, este ser se convierte en mujer (íncubo) para copular con el hombre y robar su semen. Posteriormente, se transforma en hombre (súcubo) para poseer a una mujer y dejarla preñada.

Las historias cuentan que los niños nacidos de esta unión son más susceptibles a las tentaciones y el pecado. También, en la antigüedad las personas creían que los niños con deformidades físicas eran fruto de la cúpula con un demonio.


Creencia Medieval

La creencia en íncubos y súcubos se remonta a la aparición de las religiones judeocristianas; sin embargo, fue en la Edad Media cuanto tuvo mayor auge. En aquella época se registraron varios casos de personas que aseguran fueron sometidas por estos seres.

Algunos testimonios dicen que estos seres toman forma humana para seducir a sus victimas. Otros cuentan que los demonios de la seducción someten a las personas mientras están durmiendo. Por otro lado, existen unos pocos que aseguran que se presentan en forma de sueños de carácter sexual.

No importando la forma que tomaran, la mayoría asegura que el acto sexual con un íncubo/súcubo es una experiencia desagradable y dolorosa. Empero, unos pocos hablan de un placer excesivo.

Curiosamente en aquella época, el grueso de la población creía en la existencia de los súcubos, pero no en los íncubos; ya que las mujeres eran el símbolo de la tentación y el pecado. Por lo tanto: un demonio-mujer era muy posible, pero un demonio-hombre jamás.



¿Realmente existen?


A pesar de que la existencia de los íncubos y súcubos era irrefutable en la Edad Media y de que algunos casos realmente son inexplicables; la verdad es que la mayoría no involucraba demonios reales.

Muchas veces, los sueños húmedos y el deseo sexual experimentados por los jóvenes en la pubertad eran considerados obra de los demonios de la seducción. Una muestra de la ignorancia que reinaba en la población.

En otras ocasiones, los jóvenes tenían relaciones sexuales fuera del matrimonio y si la mujer quedaba embarazada, la única salida para evitar la vergüenza y el castigo era culpar a los demonios. Un efecto provocado por las estrategias represoras de la Iglesia Católica en su lucha contra las fuerzas de la oscuridad.

LA MASTURBACION GENERABA DEMONIOS
Ya el Zohar daba la advertencia contra el derramamiento de semen en la masturbación. La eyaculación no experimentada en un intercambio con mujer, aseguraba, daba lugar a cientos de demonios.





SEXO CON EL DIABLO
Aunque resulta difícil de creer, inicialmente la Iglesia cristiana se mostró escéptica ante los testimonios de quienes aseguraban haber sido víctimas de abusos sexuales por parte de un demonio. Pero conforme la Inquisición fue cobrando fuerza la postura oficial de la Iglesia se vio obligada a cambiar.
Para el siglo XIV el coito con demonios eran ya un asunto de principal importancia tanto para los sacerdotes como para las jerarquías más altas.
Las personas en su mayoría podían ser simples víctimas, pero había entre ellas quienes de hecho buscaban semejantes cópulas aberrantes. Esas eran las brujas.



LAS BRUJAS Y EL SEXO CON INCUBOS
Aquellas perversas mujeres junto con los herejes, es decir los judíos o practicantes de cualquier otra religión, acostumbraban tener sexo con íncubos tan frecuentemente como les era posible.
Su degeneración era tal, que además de las relaciones sexuales que tenían de ordinario con los íncubos, asistían a las orgías del aquelarre, donde no sólo se acostaban con otras personas sino que tenían sexo con demonios de alto rango.
En los diversos documentos que contienen confesiones de brujos y brujas la distinción entre “el demonio” o cualquier demonio resulta un tanto imprecisa.

Lo que sí se aclara es que lejos de ser una experiencia placentera, el intercambio sexual con demonios resultaban doloroso y repugnante.


ORGANOS REPRODUCTORES DE INCUBOS Y SUCUBOS
Los íncubos tenían falos enormes hechos de cuerno o cubiertos con escamas. Su semen era un líquido helado.

El sexo con los súcubos no era mejor. Aunque se presentaban como mujeres bellas y voluptuosas, penetrarlas era como penetrar una caverna de hielo. Algunos hombres forzados a practicarles cunnilingus coincidieron en describir la experiencia como repulsiva.

Las vaginas de los demonios chorreaban orina y heces y excreciones viles que despedían un hedor insoportable.





INBCUBOS Y EL CABELLO DE LA MUJER
Si bien los brujos y las brujas accedían a esos encuentros por propia voluntad, cualquiera estaba expuesto a ser víctima de un íncubo.
Solían presentarse en sueños y tenían predilección por las mujeres con hermosas cabelleras. También por las vírgenes y por las monjas.
Los ataques de íncubos eran mucho más frecuentes que los de súcubos. La razón, según el pensamiento patriarcal de la Iglesia, era que las mujeres resultaban blancos más fáciles por su naturaleza moralmente vulnerable.

ALEJAR A INCUBOS Y SUCUBOS
Existían cinco maneras recomendadas por la Iglesia para liberarse de las visitas de íncubos o súcubos.

Confesarse frecuentemente
Hacer la señal de la cruz
Recitar el Ave María
Mudarse a otra casa o a otro pueblo
Que un sacerdote exorcizara al demonio
Rociar agua bendita también era una práctica recomendable.

MERLIN, HIJO DE UN INCUBO
Los íncubos eran capaces de engendrar hijos en las mujeres que atacaban. Aunque no poseían un semen propio, recolectaban las eyaculaciones de los dormidos o de quienes se masturbaban, o bien se transformaban en súcubos para obtenerlas.
Los frutos de tales violaciones paranormales eran considerados hijos del hombre que tan inadvertidamente habían cedido su semen. Aunque existían historias de niños que habían nacido mitad monstruo, mitad humano, lo que hace pensar que el íncubo otorgaba parte de su esencia.

Ese fue el caso de Merlín, que engendrado por un demonio, según cuenta la Historia de Merlín, nació todo cubierto de pelo.

EL BURDEL DE LOS SUCUBOS
Un caso curioso sucedió en Bolonia Italia en 1468, cuando un hombre fue acusado de abrir un burdel atendido exclusivamente por súcubos. El hombre no solamente fue declarado culpable sino que a raíz de tan absurda acusación fue ejecutado.
Pero el caso no debió parecer extraño en sus épocas. Durante la cacería de brujas una de las confesiones que se buscaba arrancar mediante la tortura era la del involucramiento sexual con demonios.
Los métodos eran tan brutales que prácticamente nadie tenían la presencia de ánimo para defender su inocencia. Si a eso se le suma que todo sueño erótico era causado por el diablo, entonces se puede pensar que de hecho nadie, ni siquiera el inquisidor, era realmente inocente.













No hay comentarios:

Publicar un comentario