Insoportable, "sifrino", déspota, pragmático, bipolar,
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viernes, 14 de mayo de 2010
La Verdad Sobre Facebook
Facebook es un proyecto muy bien financiado, y los capitalistas detrás de esta exitosísima red social pertenecen a Silicon Valley, y conciben el mundo desde una clara postura ideológica. Facebook, al igual que su predecesor PayPal, es un experimento social de perfil neoconservador. En Facebook, uno es libre para ser quien quiera ser, siempre y cuando a uno no le importe ser bombardeado por la publicad de las grandes marcas del mundo.
Aunque el proyecto fue concebido por Mark Zuckerberg, la cara real detrás de Facebook es Peter Thiel, inversor de capital de riesgo y filósofo futurista. Solo hay tres miembros en la junta de Facebook: Thiel, Zuckerberg y un tercer inversionista llamado Jim Beyer. Thiel invirtió 500.000 dólares en Facebook cuando los tres creadores fueron a visitarlo en San Francsico en junio de 2004. Hoy es dueño del 7%, que equivale a más de un billón de dólares.
Thiel es visto en Silicon Valley como un genio. Es el cofundador y presidente del sistema de pago en línea PayPal. También dirige un fondo de cobertura llamado Clarium Capital Fund y uno de capital de riesgo llamado Founders Fund. La revista Bloomberg Markets lo llamó hace poco “uno de los más exitosos inversionistas de capital de riesgo en el país”. Es también un vigoroso activista del neoconservadurismo. Se graduó en Filosofía en Stanford y es coautor del libro El mito de la diversidad, un ataque minucioso al multiculturalismo y al liberalismo. Durante sus años en la universidad, fundó un periódico de derecha llamado The Stanford Review. Es también miembro de TheVanguard.org, un grupo de presión neoconvervador basado en internet y creado para atacar MoveOn.Org, un grupo de presión liberal. Su filosofía la resume el propio website: “Vanguard.org es una comunidad en línea de norteamericanos que creen en los valores conservadores, en el libre mercado y en limitar la interferencia del Estado”. Describe su política como reaganista-tatcherista. El mensaje del director dice: “Hoy les enseñaremos una lección que nunca olvidarán a MoveOn, a Hillary y a la prensa liberal”.
Su postura política es clara. Pero, ¿y su filosofía? Básicamente, es esta: Desde el siglo xvii, algunos pensadores iluminados están alejandose de la vieja noción de la vida ligada a la naturaleza (cita la famosa definición de Thomas Hobbes de la vida como “desagradable, brutal y corta”), para acercarse hacia un nuevo mundo virtual en el que habremos conquistado la naturaleza. El valor ahora solo existe en las cosas imaginarias. Thiel dice que PayPal fue motivado por esta creencia: que puedes encontrar valor no en objetos manufacturados, sino en las relaciones entre los seres humanos. PayPal fue un una manera de mover dinero alrededor del globo sin restricciones, saltándose todos los controles de divisas”.
Facebook es otro experimento ultracapitalista: ¿Se puede hacer dinero con las amistades? ¿Puedes crear comunidades libres de fronteras y venderles Coca-Cola? Facebook no fabrica absolutamente nada. Es un simple mediador de relaciones que ya existían.
El mentor filosófico de Thiel es René Girard, de Stanford, quien propone la teoría de que el comportamiento humano funciona por deseo mimético. Girard alega que la gente es esencialmente borrega y se copia una a otra sin mucha reflexión. La teoría parece ser correcta en los mundos virtuales de Thiel: el objeto de deseo es irrelevante. Todo lo que se necesita saber es que los seres humanos tienden a moverse en manadas. De ahí las burbujas financieras. Y de ahí la enorme popularidad de Facebook. Girard es un asiduo invitado a las tertulias intelectuales de Thiel. Pero en ellas nunca se habla de conceptos como el arte, la belleza, el amor, el placer o la verdad.
Inernet es muy seductor para neocons como Thiel porque promete un tipo de libertad en las relaciones humanas y en los negocios, libertad de las leyes de los países. Internet abre un mundo de expansión del libre mercado y laissez faire. A Thiel también le encantan los paraísos fiscales y dice que 40% del dinero del mundo está entre Vanuatu, las Islas Caimán, Mónaco y Barbados.
Si en el pasado la vida era desagradable, bruta y corta, en el futuro, Thiel quiere alargarla. Por eso ha invertido en una compañía que explora teconologías para extender la vida. Ha donado 3.5 millones de libras al gerontólogo británico Aubrey de Grey, quien busca la clave de la inmortaldiad. También está en el consejo del Singularity Institute for Artificial Intelligence. En su fantástico website se lee: “Singularity busca la creación tecnológica de una inteligencia superior a la humana”.
Thiel admite que quiere reemplazar el mundo real, que llama “naturaleza” por un mundo virtual. Es en este contexto que debemos ver Facebook. Facebook es un experimento deliberado de manipulación global. Y Thiel es un brillante genio en el panteón neoconservador, con una curiosa inclinación hacia las fantasías tecno-utópicas.
El tercer miembro de la junta de Facebook es Jim Breyer. Socio de Accel Partners, invirtió 12,7 millones de dólares en Facebook en abril de 2005 y está en la junta de gigantes como Walmart y Marvel. Fue presidente del National Venture Capital Association (nvca).
La más reciente inyección de capital a Facebook –27,5 millones de dólares– fue liderada por Greylock Venture Capital. Uno de los socios de Greylock es Howard Cox, también ex presidente de nvca), y miembro de junta de In-Q-Tel. ¿Y qué es In-Q-Tel? Pues nada menos que el ala de inversión en capital de riesgo de la cia. Creada en 1999, su misión es la de “identificar y asociarse con compañías que estén desarrollando nuevas teconologías para ayudar a proveer soluciones a la Agencia Central de Inteligencia”.
Aún si no compran la idea de que Facebook es un híbrido, extensión de un programa imperialista cruzado con una herramienta masiva de recolección de información, no se puede negar que, como negocio, es absolutamente genial.
A sus dueños, les basta con sentarse a ver cómo millones de adictos a Facebook ofrecen de forma voluntaria información sobre su identidad, fotografías y listas de sus objetos de consumo favoritos. Esta gigantesca base de datos es vendida a los anunciantes, como dice Zuckerberg, “para tratar de ayudar a la gente a compartir información con sus amigos sobre las cosas que hacen en la red”. El pasado 6 de noviembre Facebook anunció que 12 marcas globales –Coca-Cola, Blockbuster, Verizon, Sony Pictures y Conde Nast, entre ellas– se habían unido a Facebook.
“Compartir” es la palabra de Facebook para “publicitar”. Admita en Facebook que le gustó una película y apenas salga una película similar, puede estar seguro de que le enviarán un aviso.
Lea la política de privacidad de Facebook y se dará cuenta de que prácticamente no existe. Facebook parece más un regimen totalitario virtual, ideológicamente motivado, con una población que crece unos dos millones de personas por semana y que ya ha superado los 60 millones. Thiel y sus socios han creado su propio país. Un país de consumidores.
Puede que Facebook sea un experimento genial, pero tal vez usted no quiera formar parte de un proyecto cuyo fin es crear una república virtual global, donde usted y sus relaciones con sus amigos son convertidos en bienes que se venden a las grandes marcas globales.
Bueno, eso ha sido extraído de varias fuentes, y los que se atrevieron a leerlo dirán: Bassam, ¡pero si tu tienes Facebook!
Sí, lo tengo, como casi todos en estos tiempos, pero creo tener suficiente capacidad mental como para no dejarme arrastrar por la voraz campaña publicitaria,de todos modos lo que publico ahí son tonterías que a los grandes dueños de FB no les interesará leer... xD
miércoles, 12 de mayo de 2010
El imperio del consumo
Los dueños del mundo usan al mundo como si fuera descartable: una mercancía de vida efímera, que se agota como se agotan, a poco de nacer, las imágenes que dispara la ametralladora de la televisión y las modas y los ídolos que la publicidad lanza, sin tregua, al mercado. Pero, ¿a qué otro mundo vamos a mudarnos?
La explosión del consumo en el mundo actual mete más ruido que todas las guerras y arma más alboroto que todos los carnavales. Como dice un viejo proverbio turco, quien bebe a cuenta, se emborracha el doble. La parranda aturde y nubla la mirada; esta gran borrachera universal parece no tener límites en el tiempo ni en el espacio. Pero la cultura de consumo suena mucho, como el tambor, porque está vacía; y a la hora de la verdad, cuando el estrépito cesa y se acaba la fiesta, el borracho despierta, solo, acompañado por su sombra y por los platos rotos que debe pagar. La expansión de la demanda choca con las fronteras que le impone el mismo sistema que la genera. El sistema necesita mercados cada vez más abiertos y más amplios, como los pulmones necesitan el aire, y a la vez necesita que anden por los suelos, como andan, los precios de las materias primas y de la fuerza humana de trabajo. El sistema habla en nombre de todos, a todos dirige sus imperiosas órdenes de consumo, entre todos difunde la fiebre compradora; pero ni modo: para casi todos esta aventura comienza y termina en la pantalla del televisor. La mayoría, que se endeuda para tener cosas, termina teniendo nada más que deudas para pagar deudas que generan nuevas deudas, y acaba consumiendo fantasías que a veces materializa delinquiendo.
El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libertad de todos. Dime cuánto consumes y te diré cuánto vales. Esta civilización no deja dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a la gente. En los invernaderos, las flores están sometidas a luz continua, para que crezcan más rápido. En la fábricas de huevos, las gallinas también tienen prohibida la noche. Y la gente está condenada al insomnio, por la ansiedad de comprar y la angustia de pagar. Este modo de vida no es muy bueno para la gente, pero es muy bueno para la industria farmacéutica. EEUU consume la mitad de los sedantes, ansiolíticos y demás drogas químicas que se venden legalmente en el mundo, y más de la mitad de las drogas prohibidas que se venden ilegalmente, lo que no es moco de pavo si se tiene en cuenta que EEUU apenas suma el cinco por ciento de la población mundial.
«Gente infeliz, la que vive comparándose», lamenta una mujer en el barrio del Buceo, en Montevideo. El dolor de ya no ser, que otrora cantara el tango, ha dejado paso a la vergüenza de no tener. Un hombre pobre es un pobre hombre. «Cuando no tenés nada, pensás que no valés nada», dice un muchacho en el barrio Villa Fiorito, de Buenos Aires. Y otro comprueba, en la ciudad dominicana de San Francisco de Macorís: «Mis hermanos trabajan para las marcas. Viven comprando etiquetas, y viven sudando la gota gorda para pagar las cuotas».
Invisible violencia del mercado: la diversidad es enemiga de la rentabilidad, y la uniformidad manda. La producción en serie, en escala gigantesca, impone en todas partes sus obligatorias pautas de consumo. Esta dictadura de la uniformización obligatoria es más devastadora que cualquier dictadura del partido único: impone, en el mundo entero, un modo de vida que reproduce a los seres humanos como fotocopias del consumidor ejemplar.
El consumidor ejemplar es el hombre quieto. Esta civilización, que confunde la cantidad con la calidad, confunde la gordura con la buena alimentación. Según la revista científica The Lancet, en la última década la «obesidad severa» ha crecido casi un 30 % entre la población joven de los países más desarrollados. Entre los niños norteamericanos, la obesidad aumentó en un 40% en los últimos dieciséis años, según la investigación reciente del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Colorado. El país que inventó las comidas y bebidas light, los diet food y los alimentos fat free, tiene la mayor cantidad de gordos del mundo. El consumidor ejemplar sólo se baja del automóvil para trabajar y para mirar televisión. Sentado ante la pantalla chica, pasa cuatro horas diarias devorando comida de plástico.
Triunfa la basura disfrazada de comida: esta industria está conquistando los paladares del mundo y está haciendo trizas las tradiciones de la cocina local. Las costumbres del buen comer, que vienen de lejos, tienen, en algunos países, miles de años de refinamiento y diversidad, y son un patrimonio colectivo que de alguna manera está en los fogones de todos y no sólo en la mesa de los ricos. Esas tradiciones, esas señas de identidad cultural, esas fiestas de la vida, están siendo apabulladas, de manera fulminante, por la imposición del saber químico y único: la globalización de la hamburguesa, la dictadura de la fast food. La plastificación de la comida en escala mundial, obra de McDonald’s, Burger King y otras fábricas, viola exitosamente el derecho a la autodeterminación de la cocina: sagrado derecho, porque en la boca tiene el alma una de sus puertas.
El campeonato mundial de fútbol del 98 nos confirmó, entre otras cosas, que la tarjeta MasterCard tonifica los músculos, que la Coca-Cola brinda eterna juventud y que el menú de McDonald’s no puede faltar en la barriga de un buen atleta. El inmenso ejército de McDonald’s dispara hamburguesas a las bocas de los niños y de los adultos en el planeta entero. El doble arco de esa M sirvió de estandarte, durante la reciente conquista de los países del Este de Europa. Las colas ante el McDonald’s de Moscú, inaugurado en 1990 con bombos y platillos, simbolizaron la victoria de Occidente con tanta elocuencia como el desmoronamiento del Muro de Berlín.
Un signo de los tiempos: esta empresa, que encarna las virtudes del mundo libre, niega a sus empleados la libertad de afiliarse a ningún sindicato. McDonald’s viola, así, un derecho legalmente consagrado en los muchos países donde opera. En 1997, algunos trabajadores, miembros de eso que la empresa llama la Macfamilia, intentaron sindicalizarse en un restorán de Montreal en Canadá: el restorán cerró. Pero en el 98, otros empleados e McDonald’s, en una pequeña ciudad cercana a Vancouver, lograron esa conquista, digna de la Guía Guinness.
Las masas consumidoras reciben órdenes en un idioma universal: la publicidad ha logrado lo que el esperanto quiso y no pudo. Cualquiera entiende, en cualquier lugar, los mensajes que el televisor transmite. En el último cuarto de siglo, los gastos de publicidad se han duplicado en el mundo. Gracias a ellos, los niños pobres toman cada vez más Coca-Cola y cada vez menos leche, y el tiempo de ocio se va haciendo tiempo de consumo obligatorio. Tiempo libre, tiempo prisionero: las casas muy pobres no tienen cama, pero tienen televisor, y el televisor tiene la palabra. Comprado a plazos, ese animalito prueba la vocación democrática del progreso: a nadie escucha, pero habla para todos. Pobres y ricos conocen, así, las virtudes de los automóviles último modelo, y pobres y ricos se enteran de las ventajosas tasas de interés que tal o cual banco ofrece. Los expertos saben convertir a las mercancías en mágicos conjuntos contra la soledad. Las cosas tienen atributos humanos: acarician, acompañan, comprenden, ayudan, el perfume te besa y el auto es el amigo que nunca falla. La cultura del consumo ha hecho de la soledad el más lucrativo de los mercados. Los agujeros del pecho se llenan atiborrándolos de cosas, o soñando con hacerlo. Y las cosas no solamente pueden abrazar: ellas también pueden ser símbolos de ascenso social, salvoconductos para atravesar las aduanas de la sociedad de clases, llaves que abren las puertas prohibidas. Cuanto más exclusivas, mejor: las cosas te eligen y te salvan del anonimato multitudinario. La publicidad no informa sobre el producto que vende, o rara vez lo hace. Eso es lo de menos. Su función primordial consiste en compensar frustraciones y alimentar fantasías: ¿En quién quiere usted convertirse comprando esta loción de afeitar? El criminólogo Anthony Platt ha observado que los delitos de la calle no son solamente fruto de la pobreza extrema. También son fruto de la ética individualista. La obsesión social del éxito, dice Platt, incide decisivamente sobre la apropiación ilegal de las cosas. Yo siempre he escuchado decir que el dinero no produce la felicidad; pero cualquier televidente pobre tiene motivos de sobra para creer que el dinero produce algo tan parecido, que la diferencia es asunto de especialistas.
Según el historiador Eric Hobsbawm, el siglo XX puso fin a siete mil años de vida humana centrada en la agricultura desde que aparecieron los primeros cultivos, a fines del paleolítico. La población mundial se urbaniza, los campesinos se hacen ciudadanos. En América Latina tenemos campos sin nadie y enormes hormigueros urbanos: las mayores ciudades del mundo, y las más injustas. Expulsados por la agricultura moderna de exportación, y por la erosión de sus tierras, los campesinos invaden los suburbios. Ellos creen que Dios está en todas partes, pero por experiencia saben que atiene den las grandes urbes. Las ciudades prometen trabajo, prosperidad, un porvenir para los hijos. En los campos, los esperadores miran pasar la vida, y mueren bostezando; en las ciudades, la vida ocurre, y llama. Hacinados en tugurios, lo primero que descubren los recién llegados es que el trabajo falta y los brazos sobran, que nada es gratis y que los más caros artículos de lujo son el aire y el silencio. Mientras nacía el siglo XIV, fray Giordano da Rivalto pronunció en Florencia un elogio de las ciudades. Dijo que las ciudades crecían «porque la gente tiene el gusto de juntarse». Juntarse, encontrarse. Ahora, ¿quién se encuentra con quién? ¿Se encuentra la esperanza con la realidad? El deseo, ¿se encuentra con el mundo? Y la gente, ¿se encuentra con la gente? Si las relaciones humanas han sido reducidas a relaciones entre cosas, ¿cuánta gente se encuentra con las cosas? El mundo entero tiende a convertirse en una gran pantalla de televisión, donde las cosas se miran pero no se tocan. Las mercancías en oferta invaden y privatizan los espacios públicos. Las estaciones de autobuses y de trenes, que hasta hace poco eran espacios de encuentro entre personas, se están convirtiendo ahora en espacios de exhibición comercial.
El shopping center, o shopping mall, vidriera de todas las vidrieras, impone su presencia avasallante. Las multitudes acuden, en peregrinación, a este templo mayor de las misas del consumo. La mayoría de los devotos contempla, en éxtasis, las cosas que sus bolsillos no pueden pagar, mientras la minoría compradora se somete al bombardeo de la oferta incesante y extenuante. El gentío, que sube y baja por las escaleras mecánicas, viaja por el mundo: los maniquíes visten como en Milán o París y las máquinas suenan como en Chicago, y para ver y oír no es preciso pagar pasaje. Los turistas venidos de los pueblos del interior, o de las ciudades que aún no han merecido estas bendiciones de la felicidad moderna, posan para la foto, al pie de las marcas internacionales más famosas, como antes posaban al pie de la estatua del prócer en la plaza. Beatriz Solano ha observado que los habitantes de los barrios suburbanos acuden al center, al shopping center, como antes acudían al centro. El tradicional paseo del fin de semana al centro de la ciudad, tiende a ser sustituido por la excursión a estos centros urbanos. Lavados y planchados y peinados, vestidos con sus mejores galas, los visitantes vienen a una fiesta donde no son convidados, pero pueden ser mirones. Familias enteras emprenden el viaje en la cápsula espacial que recorre el universo del consumo, donde la estética del mercado ha diseñado un paisaje alucinante de modelos, marcas y etiquetas. La cultura del consumo, cultura de lo efímero, condena todo al desuso mediático. Todo cambia al ritmo vertiginoso de la moda, puesta al servicio de la necesidad de vender. Las cosas envejecen en un parpadeo, para ser reemplazadas por otras cosas de vida fugaz. Hoy que lo único que permanece es la inseguridad, las mercancías, fabricadas para no durar, resultan tan volátiles como el capital que las financia y el trabajo que las genera. El dinero vuela a la velocidad de la luz: ayer estaba allá, hoy está aquí, mañana quién sabe, y todo trabajador es un desempleado en potencia. Paradójicamente, los shoppings centers, reinos de la fugacidad, ofrecen la más exitosa ilusión de seguridad. Ellos resisten fuera del tiempo, sin edad y sin raíz, sin noche y sin día y sin memoria, y existen fuera del espacio, más allá de las turbulencias de la peligrosa realidad del mundo.
Los dueños del mundo usan al mundo como si fuera descartable: una mercancía de vida efímera, que se agota como se agotan, a poco de nacer, las imágenes que dispara la ametralladora de la televisión y las modas y los ídolos que la publicidad lanza, sin tregua, al mercado. Pero, ¿a qué otro mundo vamos a mudarnos? ¿Estamos todos obligados a creernos el cuento de que Dios ha vendido el planeta unas cuantas empresas, porque estando de mal humor decidió privatizar el universo? La sociedad de consumo es una trampa cazabobos. Los que tienen la manija simulan ignorarlo, pero cualquiera que tenga ojos en la cara puede ver que la gran mayoría de la gente consume poco, poquito y nada necesariamente, para garantizar la existencia de la poca naturaleza que nos queda. La injusticia social no es un error a corregir, ni un defecto a superar: es una necesidad esencial. No hay naturaleza capaz de alimentar a un shopping center del tamaño del planeta.
miércoles, 21 de abril de 2010
Mas cosas..
"Desempolvando" viejos escritos que tenía guardados en Block de Notas, muchos de ellos sin títulos como el nombre que tiene este para muchos "estúpido" Blog he encontrado un montón de cosas que he copiado y pegado en ésta actualización, lo he hecho sin modificar nada, tal cual..
Pues recordando cosas en la soledad de los constantes apagones, con los ojos cerrados pero bien abiertos (suena raro, pero yo me entiendo) recordé una antigua conversación con una de las personas que mas he querido, y quien pese a ser mucho menor que yo y haber sufrido lo indecible en esta vida,QEPD, fué siempre a pesar de su aparente fragilidad, una persona mucho más sabia que yo. Me dijo: "La felicidad es lo que creo que todos deseamos, más que un auto nuevo, más que el amor, más que cualquier cosa, siempre deseamos ser felices. Siempre he creído que la felicidad no es algo que se pueda comprar o conseguir, la felicidad es algo que nosotros decidimos sentir, yo decido ser feliz o no.
Yo decido que lo que tengo sea lo que siempre soñé, decido ser feliz con mi trabajo y esfuerzo porque mi éxito será su fruto. Decido creer en mis sueños o simplemente dejarlos en el olvido. Decido tener esperanzas porque es lo que al final me dará la felicidad. Decido ser lo que yo quiero ser, no lo que los demás quieran. Decido hacer lo que dice mi corazón, lo que sienta porque sé que siempre será lo correcto.
Decido tener la mejor o peor actitud ante las cosas. Decido amar lo que tengo porque lo tengo y no amar lo que deseo porque no lo tengo.
Siempre es mejor una sonrisa que una lágrima, siempre será mejor ver todo por su lado bueno porque eso es lo que nos dará la fe y esperanza para saber que todo tiene solución, que ningún problema es tan grande como para arrebatarnos el sueño de ser felices, que ninguna persona es lo suficientemente poderosa para guiar mi vida.
Porque sólo yo decido ser feliz. Si estoy feliz con lo que soy, los demás lo serán. Si soy feliz en mi interior, mi mundo exterior lo será. Si decido actuar con el corazón, la felicidad siempre vendrá. Decide tu actitud de vida, la mía es la felicidad. Porque la felicidad está en tus manos."
Me quedé así =O ,es la pura verdad, aunque cuesta practicarla en estos tiempos de apuros, de agobios, de necesidades insatisfechas. Supongo podemos hacer un esfuerzo... ¿no creen?
Bueno, suficiente por hoy, me duelen los ojos... 01:57 a.m.
A quienes me detestan, les parezco estúpido, imbécil, etc. etc. pero que no entiendo porqué me siguen leyendo, les agradezco su "sintonía", critiquen, y búrlense todo lo que quieran, ¡Los quiero! xDD
El éxito.
¿Qué es el éxito? El éxito no es fama, ni lujos y peor riqueza, el éxito es luchar por una meta puesta, cada día, es lograr sentirte bien con lo que te gusta hacer, sin dar marcha atrás, el éxito, no es tan sólo para personas que se creen importantes, tú también eres importante, es un grupo de soñadores, que luchan por sus sueños, es no caerse en la nada, es levantarse y luchar sin parar, es dormir sabiendo que diste todo de ti, y saber que eres feliz…
El éxito, no es morir en medio de la batalla, eso es para cobardes, el éxito es dar gracias a dios por lo que paso aún siendo malo o bueno pero agradécelo... Es no hacerle caso a nadie que se interponga en tus sueños, son tus sueños, defiéndelo con garras y dientes por qué son tuyos, el éxito, no sirve si no has luchado, si no lo has sudado, sólo los débiles cogen el camino más fácil, pero no dura mucho, lo fácil se va, tienes que luchar por lo que sueñas eso es de valientes, de ganadores, el éxito, no es tan sólo sonreír por qué lo lograste, es ayudar para que otros lo logren también, el éxito también es vencer tus miedos…
Es llenarte de coraje y correr por lo que quieres, es permitirte aprender más de la vida, es darle sentido a tu vida, es saber que pones todo en ello, el éxito es demostrarle a la vida que tú puedes, conseguir lo que tú quieres, sólo lucha y da todo lo que tengas, porque tus sueños, son tus sueños, lucha por aquello que quieres, no hagas caso a los demás, los demás no estarán cuando no logres tu sueño, el éxito, también son los amigos que has conseguido, en tu lucha diaria…
El éxito, es amor escrito, el amor por cual has luchado, no importa si nadie lo siente,
no importa si ese amor no es permitido, pero luchaste, aunque tuviste que dejarlo, ese es un éxito, sigue lo que dicta tu corazón, no la razón de otros y no dejes de rogarle a dios que te ayude a ser el mejor, porque este sueño al éxito lo ganamos vivo.
Esto es lo que nos pasa a todos en un tiempo de nuestra vida en que nos preguntamos que es el éxito, pero el éxito es luchar por lo que queremos, es amistad, es amor y vida, eso es el éxito
Mil letras para toda mujer sin excepción
Maravillosa, tú, madre, que sólo por ser mujer te tienes ganado el cielo, que como cualquier madre del mundo tienes la lucha diaria y afrontas con valentía esa entereza que el hombre cobarde quiere para sí mismo, que tu ternura divina el niño la necesita y te pide con cariño que jamás le falte a él, y el anciano pide manos, pero manos femeninas llenas de dulzura innata, para saciar sus torpezas que los años le dejaron, tú mujer de infinitos parentescos, ya seas madre o abuela, hermana, esposa o amiga...
Al fin y al cabo mujer por siempre bendita seas, que si la belleza existe a ti te debemos la vida, nunca abandones al mundo, el mundo necesita de ti, inteligencia suprema para seguir adelante, tu belleza y autoestima, para ser regalada a todos, sabía y talentosa, todo el halago aún es poco para tan grandiosa esencia de humildad y resistencia, coraje y perseverancia, por todo eso mujer hoy te suplico...
No cambies ese destino y alza la mirada al cielo y sigue pidiendo deseos, el respeto merecido y el amor por complacerte siga siendo mucho más que el que hasta ahora ha sido, mujer, tú lo mereces todo, hoy celebro con orgullo en tu nombre y con tu permiso te adoro... que mil letras a una mujer no tienen mayor importancia e invádeme tu espíritu para parecerme a ti, gracias por ser... Linda y dulce... Tú mujer.
Cosas =/
Todavía no había terminado el título y ya me estaba levantando para buscar qué sé yo que, supuestamente una almohada porque el teclado me quedaba muy arriba. Acaba de sonar el teléfono, como había interrumpido mi primer minuto de escritor decidí no atender, pero ahora cambié de idea y voy a ver quién era.
Mi primer día escribiendo mejor dicho por qué tener la necesidad de expresarse, supongo que es eso, y pensar en que escribir puede ser una manera y ponerse frente a la pantalla y empezar a teclear, y ser escritor supongo que sólo mi fantasía pueden relacionarlo, esa fantasía de empezar a pensar en algo sólo en su fin estereotípico realizado o qué sé yo, hace que se haga toda cuesta arriba quizá.
A ver si un ejemplo me lo aclara un poco, si pienso en tocar la guitarra no tengo en cuenta el esfuerzo que eso demanda, el tiempo, el mejor camino para ese fin, sino en mi cabeza hay un escenario y yo tocando la guitarra como alguien que nació con ella, o tocando sólo en mi casa, o en cualquier lado digamos pero por qué veo el fin, me excita pensarlo y suele quedar ahí, golpeando de un lado a otro en mi cabeza sin salir para afuera. No digo que este mal intentar algo y dejarlo, es sano para mí permitirme fantasear con cualquier cosa, pero creo que poder enfocarme en algo en este momento de mi vida tiene todo el sentido y los pocos momentos en que lo logro los tengo que marcar, registrar y analizar.
Quiero seguir hablando sin entrar en detalles particulares de mi vida, esto nace en el momento en que cambié la manera de pensar desde hace diez minutos cuando empecé a teclear. Empecé con la idea de que esto sea sólo para mí, sin pensar que alguna vez podía ser leído por alguien que sólo tenga el fin de darme un momento de enfoque que estoy perdiendo por darle tanta pantalla, puede que sea cierto que la toma de conciencia de un estado haga que este desaparezca, para mí eso fue como la revelación máxima, y el otro día hablando con alguien me lo comentó al pasar como algo sabido por todo el mundo.
Volví a no pensar y salió todo como sin mí por decirlo de alguna manera y empiezo a excitarme y pensar que esto puede andar, y se va y viene. Y si empiezo un taller literario para empezar a escribir, pensé hace unos días, y si el primer día piden algo que hayan escrito, yo tengo esto para llevar, pensé hace un rato y dejé mi premisa, que cosa, ahora se lo pienso en llevar a alguien para que lo lea, es mi necesidad de mostrar, mostrarme, que me vea, ver, mirar y que me miren.
¡Qué gran idea que algo sea sólo para mí! ¡Cosas que nada más tengan el fin único y absoluto de mi satisfacción personal! Y resalto único y absoluto por qué es diferente cuando lo que quieres coincide con lo que ha de coincidir, es una estructura mental supongo que hace las cosas parecer automáticas y sólo con una incomodidad o falta de plenitud que o se acostumbra a tener o se reprime o sólo se va.
Es difícil escribir o expresar, sobreponerme a la duda, la vergüenza, aunque sólo frente a mí ¿cómo puedo tener vergüenza de algo y no dejarlo salir? Siempre hay alguien mirando aunque son cada vez menos o me llevo mejor con el que mira, tengo tanto que ordenar en tan poco tiempo pareciera que me canso antes de empezar.
Optimismo no significa para mí sonreír, ni ser amable sino que… Creo que no lo sé realmente, me di cuenta del poco sentido que tiene o lo flojo de describir y razonar sobre sentimientos o cuestiones que tengan que ver con el alma cuando todo es nuevo y poco claro para mí, ¿se darán cuenta todos de eso todos?
Me frustro y me voy a ver televisión, este es uno de esos momentos, o me prendo un cigarrillo, fumo para matar el tiempo la mayoría de las veces, que más hago para matar el tiempo me pregunto, hoy leí que la vida pasa rápido cuando no se aprovecha, que cierto es eso, cien por cien, la expectativa que te despiertan las cosas que te gustan antes durante y después de hacerlas hace que tenga sentido, el deseo, tendré que tocar ese tema, pero hay tanto más de lo que me tengo que hacer cargo, cuestiones más practicas de la vida cotidiana, o no, o puedo saltear escalones para después volver a pisar los que pase de un salto.
Ahí pasé ese momento, sobreponerme a las cosas que sé, no me van a hacer bien, haber dejado de escribir y ver tele, seguro me hubiera hecho sentir dentro de un rato que estoy perdiendo el tiempo, que ya perdí demasiado, que me aburro, que no tengo disciplina y qué sé yo que más cosas que me digo desde hace un tiempo.
¿Cuándo me divertí más en mi vida? Podría pensar…en uno de esos momentos en los que siempre pienso como buenas etapas de mi vida, me acuerdo que en esa época que yo me sentía que podía todo, un amigo me dijo que veía en mi preocupación y yo me sorprendí, después de muchos años entendí que es lo que él veía en mí, algo que estaba pero yo no miraba, me lo encontré hace poco, saque el tema y él ni se acordaba… Mucha marihuana quizás.
Que distinto que siento a lo que escribo, tengo un sentimiento de querer cobijarme en algún lado, de que me cuiden y me quieran, debe ser que siempre lo tuve y ahora está ahí. ¿Para qué estoy escribiendo?, para enfocarme, sentirme bien, mostrarlo, que me reconozcan por qué mi papá nunca me reconoció nada de lo que hice por él, y yo hacía todo por él, y ahora no quiero hacer nada más por él, me quiero ir lejos de él y de los que eran mis amigos, quiero los amigos que pasaron por cosas, que una vez tuve y me fui, quiero dejar de sentir culpa sin saber de qué.
Las cascadas de la vida.
No importa cuántas veces nos caemos, lo importante es cuantas veces nos levantamos, a la casa del hombre trabajador, la pobreza mira de reojo, pero no se atreve a entrar, quien es necio no aprende de los consejos, sino del látigo, nuestros padres parecían tontos cuando tenía 13 años, ignorantes cuando teníamos 30, y sabios cuando murieron, más vale campesino de pie, que un doctor de rodillas…
Las malas costumbres es mejor evitarlas que controlarlas, quien tiene un mal vicio, podría alimentar una familia con sus excesos, a los hijos se les debe educar como si no se les educara, y se les debe enseñar como para la salvación, el amor es puro cuando dura toda la vida, lo demás es sólo mentiras, entre más miro pasar el tiempo, menos tengo tiempo para hacer mis deberes, el hombre verdadero es aquel que le lleva una ventaja a la vida, sobre la decencia,
el verdadero conocimiento de Dios no está en las iglesias, y sinagogas, sino en los ojos del buen samaritano.
El miedo a lo desconocido, es mejor al temor de la desesperación, cuanto más se crece en la vida, menos tenemos oportunidad de regresarnos al cielo, Dios no es un mendigo para llevarle diezmos y ofrendas, ni es empresa de empleos para pedirle trabajo, ni es casa de citas para pedirle esposa o esposo, no bendice a quien cree que es sólo su lacayo, muchos hombres no entraran al cielo más por haber tenido tanta fe, que por carecer de ella, sólo los que creen en imágenes creen que Dios es visible…
Los niños son caballos desbocados, y muchos padres son sus jinetes, el hombre en prisión es el niño, mal educado, la inteligencia no radica en saber mucho, sino en darle uso al conocimiento, pobre es aquel que no tiene nada a que aspirar, preciosa joya es la juventud, poca apreciada por sus propietarios, el hombre encuentra la respuesta a la vida cuando fallece.